Supongo que es normal entre los bloggers, periodistas y demás críticos y comentaristas del mundo de la cultura, llegar justos, o casi tarde, a alguna de las actuaciones de las que van a opinar. Tal fue mi caso, que a punto estuve de perderme enterito el bolo de los Emeralds en la sala [2] de Apolo, en Barcelona, el 21 de septiembre de 2011. En la web anunciaban el inicio a las 21h y, por lo visto, empezó a las 20h, y eso que no estábamos en Canarias... Por suerte, llegué a lo que, para mí, fue lo más importante, a ver como bajaban del escenario en cuanto acabó el concierto para vender, ellos mismos, sus camisetas y sus vinilos al personal que quedábamos en la sala. Me pareció una imagen bastante clara de cómo se deben sentir respecto a su público, aún cercano y muy de garaje americano con puerta semiabierta. Es un grupo al que, imagino, les ha llegado el éxito de golpe pero al que no están dispuestos, aún, a dejar mandar. Suerte y larga vida!
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