Ya casi tiene un año esta andadura en la que me metí casi sin querer, llamada Daltonicum, y que empezó como un medio diferente de expandir mi curriculum profesional por toda la nube, regalando a los receptores del mismo lo que más me gusta en el mundo, la música, cada vez que les enviaba de nuevo una copia de ese registro simbólico de lo que una "es" y que, al fin y al cabo, es como el dedo del emperador, o puede salvarte o puede mandarte a los leones. Y lo que parecía una forma de compartir mis experiencias laborales en un entorno de blog musical se ha convertido en mi bien más preciado.
Hace casi un año que recorro conciertos y festivales, miro, olfateo, observo, escucho y comparto aquellas noticias express sobre los últimos videoclips, los últimos LP's, los últimos conciertos de los grupos que más me llegan porque, y las cosas son así, este es un espacio con tintes indies, poperos y electrónicos, nada más ni nada menos, que es la música que más me acompaña en mi día a día. Pero la música es la música y la oportunidad de ver un grupo mítico como son los Red Hot Chili Peppers, en un festival muy publicitado en los medios más masivos pero bastante desconocido para mi, y encima en una de las ciudades que más ganas tenía de volver a ver, todo al módico precio de 0 €, pues no me lo pienso dos veces y me hago los 1200 km de distancia entre mi ciudad y la susodicha capital, Madrid, y me paso un fin de semana de lo más entretenido y particular.
Lo primero, gracias a mis acompañantes, que sin ellos ni coche, ni aguante, ni casa ni nada. Gracias, Andrés, Marcelo y Carlos, os portasteis. Y gracias Carlitos Laend, tu entrada se exprimió.
Después de unas buenas horas en la carretera y cuando vas entrando a Madrid, te cambia el humor. Esta ciudad tiene encanto, tiene espacio, tiene una luz increíble, tiene unas tapas y unas cañas de muerte que, a pesar del calorazo y antes de encaminarnos hacia el Rock in Rio 2012, nos permitimos el lujo de tomar muy alegremente. El festival está ubicado en Arganda del Rey, localidad a 25km de Madrid, y a donde nos dirigimos justo para llegar a ver a Incubus, grupo anterior a los Red Hot.
La verdad es que no puedo decir nada muy bueno, como era de esperar. Nunca creí que vería un festival de música donde ponen anuncios de grandes almacenes, de cadenas de televisión y de otros absurdos spots publicitarios en las pantallas del festival, cosa que en ningún caso he visto anteriormente y que espero no me vuelva a pasar. Las instalaciones, bien, pero me esperaba más. Sólo un escenario, enorme y espectacular, eso sí hay que decirlo, y con un sonido excelente, y una zona de música "electrónica" situada en un área opuesta al escenario, cosa que te obligaba a quedarte y ver lo que pasaba aunque no quisieras. Metros y metros de cesped artificial, eso sí me gustó, me recordó al Sónar de Día, para calma de mi alma musical atormentada por todo aquel bombardeo comercial en el que estaba metida.
El grupo muy bien. Aún habiendo pasado su época dorada, siguen siendo rebeldes y divertidos, se entregaron a muerte cantando canciones de su nuevo LP, que iban a presentar al festival, pero sin olvidarse de ninguno de sus clásicos. Buen ambiente, grandes fans coreando sus canciones. Californication, Give it Away, Under the Bridge entre otras. Moló.
Pero con lo que me quedo y me traigo conmigo es la diversidad de público que había en el recinto. Gente de todo tipo estético, desde los más pijos clásicos a los más modernos con sus outfits más de un Primavera Sound que de un Rock in Rio. Desde extranjeros de visita a inmigrantes con papeles, desde padres con niños a niños con niños y niñas con niñas, todo muy generoso, todo muy mezclado, todo muy tranquilo. Y eso es lo que sentí que pasa en Madrid, que es una ciudad dónde la gente se mezcla, no tiene problemas en interrelacionarse, van a pasárselo bien y no se encierran en guetos asfixiantes marcados por estilos estéticos. Me dieron ganas de pasar un tiempecillo en esa ciudad. Quizás lo haga.... ¡Suerte y Larga Vida!
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