Después de haber trabajado en las salas de L'Auditori de Barcelona y conocer los misterios y recovecos de un lugar como este, me pongo quisquillosa con el sonido y con la calidad cada vez que voy de concierto. Que si suena poco, que si suena sucio, que si me empujan, que si no veo, que si patatín que si patatán. Ayer, en la sala Razzmatazz de Barcelona, escuchando a James Blake, músico inglés de reciente hornada, con un estilo muy en la línea del trip hop de Portishead o Massive Attack y con una voz, que al igual que la de Beth Gibbons, es capaz de aislarte de todo el mundo y echarte literalmente a volar, recordé para qué están las salas con asientos. El festival que se montó ayer como parte de la celebración del 11º aniversario de la mítica sala Razzmatazz y que se le denominó la noche de los "James", ya que los cabezas de cartel estaban formados por Jamie Woon, James Blake y James XX, arrancó con una tímida y cálida actuación, y de acertado repertorio, del Sr. Woon que aclimató la sala y nos puso en el lugar perfecto para que luego el Sr. Blake hiciera lo que había venido a hacer, a mandarnos a todos a la luna. Y así fue, 1h de contacto lunar. ¡Sí señor! Reconozco que desde el minuto 1 le hubiera puesto en la sala Oriol Martorell de L'Auditori, con un buen sonido para él y unas buenas butacas para nosotros, para viajar su música sin límites físicos y sin empujones ajenos. Repasó su disco de lanzamiento "James Blake" y su EP "Enough thunder", con elegancia y buen hacer, incluido el cover de "Limit to your Love" de la gran Feist que coreamos todos con ganas y aplausos. Me lo pasé realmente bien Mr. Blake, gracias. Y a partir de ahí, ya no puedo decir más, ya que la celebración se completaba con una sesión suya como dj y la sesión de James XX, pero no me quedé a disfrutarlo. ¡Suerte y larga vida!
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